El periódico digital “Menorca al día” reabre el debate sobre los discutidos baños de arcilla que se practican en algunas playas de la isla, resaltando sus beneficios frente a las críticas de los sectores conservacionistas.
La estación estival ya ha empezado y Menorca recibe una gran cantidad de turistas llegados de todas las partes del mundo. Sus playas de aguas cristalinas, el “Camí de Cavalls”, el característico paisaje de acebuches moldeados por el viento, la tranquilidad de los pueblos y la gastronomía, hacen que Menorca sea una de las islas más atractivas del mediterráneo.
Pero, ¿somos conscientes de la información sobre la isla que se ofrece a los visitantes y las diversas consecuencias que puede generar en su medio ambiente? Quizás, deberíamos ser algo más consecuentes y escrupulosos a la hora de dar cierta información teniendo en cuenta que este medio ambiente (natural, rural y urbano) es el principal atractivo que se ofrece a turistas venidos de lejos y cerca.
Hace unas semanas (16 de junio de 2019) el periódico digital “Menorca al día” publicaba un artículo que hablaba sobre los pros y los contras de darse baños de barro en determinadas playas como Cavalleria (“Baños de barro en Menorca, pros y contras”). Como educadores ambientales nos surge la necesidad de comentar esta noticia por varias razones.
Partimos de la idea de que en las zonas más críticas existen múltiples carteles avisando sobre la prohibición de esta práctica y sus consecuencias negativas sobre el medio ambiente. Situación sobre la que se hacía eco este mismo periódico en agosto de 2016 con el artículo “Es necesario un control sobre los baños de barro en las playas”. Por este motivo, llama mucho más la atención que, 3 años después, Menorca al día focalice de nuevo la noticia en un debate que ya debería estar cerrado, haciendo especial hincapié en los múltiples beneficios de embadurnarse en arcilla frente a un desconsolado párrafo en el que tan solo se indica que los baños de barro “ha alertado a muchos conservacionistas” ante la falta de control de esta praxis y que “en algunas zonas, la rápida erosión del terreno ha transformado el paisaje en poco tiempo”.
Quizás, hubiese sido interesante recalcar en esta misma noticia que esta práctica, cada vez más extendida, está prohibida. Y hacer un llamamiento a la reflexión de las personas que hacen caso omiso a la información que los carteles ofrecen, y a las autoridades competentes para reforzar la carencia de control. Incluso, se hubiese podido recordar que durante el verano los bañistas utilizan alrededor 1,62 toneladas de arcilla en cada playa provocando una aceleración de la erosión, la debilitación de los acantilados y el retroceso de la zona costera. La arcilla, aparte de ser un material no regenerarle, sustenta las rocas de algunos de los acantilados costeros donde nidifican aves y da nombre a una zona característica de la isla como es “la Menorca Roja”, por lo que no solo afecta al medio natural, sino también al patrimonio de la isla.
Como grupo de educadores ambientales, nos vemos en la necesidad de pedir a los medios de comunicación, una mayor responsabilidad en la publicación de artículos relacionados con el medio ambiente natural y el patrimonio de Menorca. La influencia de estos medios es muy grande por el alcance que tienen y este tipo de información puede tener consecuencias muy perjudiciales para la isla si no se es lo suficientemente cuidadoso y juicioso. Si no lo hacemos por una falta de sensibilización ambiental, hagámoslo al menos con el objetivo de preservar el principal recurso económico de la isla, de la que viven miles de familias. Porque si no, qué será lo siguiente que recomendemos a los visitantes cuando ya no quede arcilla que echarse al cuerpo, ¿qué se refrieguen con las rocas caídas de los acantilados para así eliminar el tejido adiposo sobrante?.
“La tierra provee lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la avaricia de cada hombre.”
Mahatma Gandhi.
